viernes, febrero 06, 2004

Psicologia de andar por casa

Una de las consecuencias de la lode, con sus secuaces logse (esta, muy mala) y loce (parece que promete ser muuuuuuucho peor) ha sido la psicologización de la enseñanza secundaria. Algún día hablaré de las leyes educativas actuales, cómo hemos llegado hasta aquí y qué se puede hacer si es que hay algo que se pueda hacer. Pero hoy, animado por mi pareja, he decidido empezar por explicar historias de alumn@s loc@s.

En un barrio en las afueras de Barcelona, que tiene un hospital muy grande y donde se acaba la linea 1 del metro, trabajé durante uno de los cursos más horripilantes de mi trayectoria profesional. Normalmente, te toca trabajar en barrios (es lo lógico, los centros de las ciudades los centros públicos tienen la feroz y desleal competencia de las escuelas privadas). Pero en el barrio con nombre de hospital las condiciones eran tan duras que tenía niños de manicomio.

"Iván" (siempre de ahora en adelante los nombres son inventados... u olvidados y sustituidos como ahora). Tenia 15 años y no podía tener el culo sobre la silla más de cinco minutos. No se le podía echar de clase siempre solo por eso, claro. Yo era su tutor y se suponía que debía ayudarle en su proceso de aprendizaje. Pertenecía a una estirpe de ladronzuelos, pero en su casa querían que el niño aprendiera algo de provecho para no tener que robar. En una de las entrevistas con su madre, motivada por una recaída en el intento de quitarse del maldito vicio familiar, su madre ya me advirtió que le tenía dicho a su niño que lo que se cogía en el colegio, había que devolverlo...

El año anterior, su hermana mayor y él habían recibido una lección en ese sentido por parte de los padres. Les habían dicho que se colaran a sustraer un género de ropa en una fábrica de la zona, con la intención de que los pillaran in fraganti unos policias previamente conchabados con los padres de los niños. Se trataba de ponerles el miedo en el cuerpo, aunque después se fueran a echar unas risas y unas tapas con la pareja de policias. "¿Lo véis, lo que os podría haber pasado? ¡Juajua!" Todo muy educativo.

El barrio con nombre de hospital se compone de bloques deprimentes de 9 o 15 pisos. Una vez, ante las múltiples quejas respecto a Iván por parte de los profesores, su madre, en otro alarde de pedagogía expeditiva, lo encerró en su casa para que no saliera (y supuestamente, estudiara) mientras se iba a hacer la carrera. Sus amigos le llamaron por el interfono como cada día:
-¿Te vienes Ivan?
-¡No puedo, mi madre me ha chapao en el piso!
-Pos tirate y te cogemos nosotros...
Iván vivía en el sexto primera.
-Paso, tío, que me pueo hacer daño...
Uno de los quillos tuvo una idea (nunca mejor dicho) de bombero:
Nen , tira el colchón de tu cama y nosotros te recogemos con el colchón, así no te haces daño!
Esa idea ya le pareció a Iván más juiciosa. De manera que tiró primero el colchón y luego se tiró él, con el resultado milagroso de un sólo brazo roto y la estupefacción de los vecinos, que de poco llaman a la tele porque no sabían si lo que estaban viendo era un ensayo del circo de los muchachos o un intento de suicidio asistido.

Mañana, explicaré otra historia del barrio con nombre de hospital.