Titi Rivesaltes y Merseditas VisionLab
He hecho algunos cambios en el blog. He incluido algunos amigos que me han promocionado y también lo he castellanizado un poco. Gracias a Alfacharly.Hoy voy a volver a narrar aventuras de alumnos. ¡Pero no todos iban a a ser desgraciaditos! También he estado en centros pijos. Pijisimos. En la primera escuela que trabajé los apellidos de los alumnos se confundían con nombres de tiendas del paseo de Gràcia, o incluso empresas más grandes. Lo divertido del caso, como más adelante explicaré, es que esa escuela estaba especializada en recoger a las ovejas negras de esas familias. Dicho de otro modo, en esa escuela los aprobaban. ¿Cómo? Pagando, por supuesto. Los niños iban a desayunar con 5.000 ptas en el bolsillo mientras nosotros llevábamos mil como mucho (estoy hablando de principios de los 90)
El amo (entonces todavía estaba reciente la serie Raíces y le llamábamos Masa) era director de una muy buena escuela de Barcelona. Una de las maneras que tenía esa escuela de ser buena era seleccionando alumnos (como ahora otras muchas). Esa selección implicaba echar a los que no llegaban a un mínimo. ¿Y dónde los enviaban? Pues a su escuela, donde a cambio de recibos astronómicos aprobaban. ¡Qué pedagogía la del señor X!, pregonaban los padres incautos que veían como por fin en esa escuela sus hijos sentaban la cabeza.
O eso creían, porque el señor X sólo los aprobaba al final de curso. No era hasta que había exprimido los bolsillos de sus clientes todo lo que podía que veían los resultados. Y mientras tanto, los profesores lidiábamos con el panorama.
Una de mis atutoradas, Nuria Rivesaltes no aprobó ni la Educación Física en la primera evaluación. No devolvía el boletín de notas firmado y tuve que llamar a su madre, un auténtico loro cuyas pulseras y collares anunciaban su llegada diez minutos antes de ser ésta efectiva.
Cuando le expliqué lo de la notas pegó un grito:
-TÍTIIIIIIIII!
(Yo buscaba un perrito o algún animal por debajo de la mesa)
-¿Qué son estas notas? (pronúnciese con acento de Julia García-Valdecasas)
Mientras chocaban las pulseras de la señora Rivesaltes contra la mesa yo descubría, superamazed , que Titi era la niña.
-Momó, te juuuuuuuuuuro que no sé que me ha pasao, y que no volverá a pasar. Te lo juro, momó.
- ¿Y Merceditas VisionLab, también lo ha suspendido todo?
La VisiónLab era la inútil heredera de una óptica muy reconocida, que vestía como una mujer de 40 años y era súperíntima de la Rivesaltes.
No, momó, ella ha aprobado tres, pero es que repite.
El próximo día explicaré más anécdotas de esa escuela, pero quiero decir para tranquilidad de mis lectores que ya no existe (ni nada que se le parezca hasta donde yo sé). También quiero decir, por si es necesario, que no tengo nada contra los pijos. Yo mismo tengo cierta tendencia al pijerío.
Lo que no soporto es la gente que lo quiere todo a cambio de nada, sean de la clase social que sean.
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