Lo mejor de cada casa
Malos con avaricia
Bien, hoy ha sucedido. Hoy he tenido la primera sesión con esas flores, esos elementos de los que hablaba en la última entrada.
He entrado en la clase, intentando un pacto de no agresión (yo no miro si trabajáis efectivamente o no, vosotros no me hacéis mucho ruido). Pero fue imposible. Lupe Nesquiero, candidata a mujer maltratada de mayor, estaba siendo vilipendiada por Leonardo Andrés Perado. Estoy harto de decirle a Lupe que no debe relacionarse tan mal con los chicos: debe imponerse, dejarse tocar sólo por los chicos que le gusten, preferiblemente en privado y no reirse mientras se queja de que se meten con ella, porque así no hay quien la tome en serio.
Leonardo Andrés por otra parte no es mal chico del todo. Al fin y al cabo hace dos años, en su país de origen no estaba escolarizado. El año pasado aprendió los hábitos de estar sentado, de escuchar y algo de catalán. Este año está aprendiendo a hablar sin gritar y relacionarse mejor.
Una vez apaciaguados y apaciguada la clase, ha venido a verme Julito, que ya salió el otro día por aquí. Es muy culto y tiene un humor muy fino, él.
-Viste como me tengo que ver, Mestre? Aquí, con la chusma.
Julito sería bueno para perpetrar un crimen perfecto, o para liderar un equipo de delincuentes como Tom Hanks en Ladykillers (la recomiendo), pero con menos encanto.
-Es que en este instituto no sabemos valorar a los superdotados como tu.
Debo haberlo dicho muy serio, pues no capta mi ironía y me dice:
-Tenés razón!
Mañana, última de esas pavorosas clases con lo mejor de cada casa.
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