martes, junio 01, 2004

Calor

En los institutos públicos no hay aire acondicionado, y por esta época los angelitos se convierten en tigres. Paralelamente se empiezan a sacar ropa y algunos visten de modo realmente inapropiado para un lugar de trabajo que es lo que es un instituto al fin y al cabo.

No seré yo quien les riña, pero la temperatura sube en más de un aspecto.

Recordemos que en esta etapa de la formación de las personas, la adolescencia, se abren a la sexualidad, y tanto ellos como ellas añaden a sus olores corporales los roces de carnes, morenos de playa, flirteos, miradas lascivas y demás descubrimientos.

Los profesores no somos de piedra. Unos lo reconocemos, otros se callan y otros se ponen tan nerviosos que se enfadan con los alumnos. ¿Es que nunca han sido jóvenes?

Otra cosa que me gusta de dar clase a los adolescentes es ver como cambian en los apenas nueve meses que pasamos juntos. Un niño, Sergio Muletón, es ahora más alto que yo y cuando empezamos el curso era de los más infantiles. (De cabeza sigue siendo un juguetón.)

Pilaruca Pons de Azúa también ha crecido mucho, pero su ropa ha empequeñecido y no es por lavarla demasiado. Sus compañeros han popularizado una frase que le dicen algunos profesores:

-Tápate Pilarín

Para David Roca llegó el verano hace unos dos meses, en realidad. ¿De qué le iban a servir sus horas en el gimnasio sino puede exhibirse en el patio? David Roca también ha crecido bastante, pero sigue comiendo piruletas y aprobando las materias con cincos justos. Para qué necesitará más, pensará el.