jueves, junio 03, 2004

Mitos y leyendas

Otra de las cosas que sucede en los institutos es que son un nido de rumores. Cosa que sucede (y suceden cada día, con tanta gente que hay), cosa que se magnifica, se tergiversa y cuando le llega la historia a uno, pues alucina porque está totalmente cambiada.

Debo decir que los alumnos son más cotillas porque son más, pero que también hay profesores a los que nos gusta estar a la última.

En mi instituto tenemos una profesora con esclerosis múltiple. La admiro porque pese a su grave enfermedad siempre está de buen humor y haciendo bromas con los compañeros y los alumnos. Pues bien, como los niños no siempre entienden su sentido del humor, me enteré el otro día de que han corrido la especie que toma marihuana para tratar su dolor y por eso les parece medio chalada.

Es que los niños son muy crueles. De una compañera que tuve, que es arquitecto, se decía que estaba haciendo de profesora de inglés porque no consiguió acabar la carrera de arquitectura. ¿La razón? Dibujaba muy mal.

Yo mismo tuve dos sobrinos el año pasado y hay gente que piensa que tuve dos hijos.

Hay otros institutos en los que los alumnos ven en relaciones de amistad líos amorosos entre los profesores. A mí me han atribuido varios, ninguno de ellos cierto. Cuando hay profesores que son pareja y no están casados los protagonistas lo llevan con gran discreción por todo esto que he dicho antes.

Javier de Prado, aquel profesor que comenté en el artículo “a la antigua usanza”, era siempre objeto de rumores veraniegos. O lo había matado el cáncer de tanto fumar, o ya se había jubilado para dar clases el próximo año. Ni lo uno ni lo otro, se jubiló el año pasado en muy buen estado de salud.

Otro tipo de rumor es el que afecta a la identidad sexual de los profesores. Aquí también hay infundios, exageraciones y cegueras absolutas. Estuve en otro instituto donde un profesor se llevaba la fama y otros cardaban la lana. Los niños están tan poco vividos que cuando un profesor no es el “modelo” de hombre heterosexual de partido de fútbol, golpe de puño en la mesa y eructo después de comer (y en algunos barrios todos sus modelos de hombre mayor son así), ya presuponen que ese profesor es gay. El lesbianismo no existe, en cambio. Esa pregunta solo se la hacen respecto a los hombres.