domingo, junio 06, 2004

Libertad de elección

El otro día un presidente de un banco habló de destruir el estado del bienestar. ¡Con lo poco que tenemos en este país, que hasta el dentista hay que pagarlo!

Con las escuelas pasa algo parecido. La LOGSE consagró el sistema de subvenciones a la escuela privada, de manera que mucha gente lleva a sus hijos a la escuela privada, porque sus instalaciones suelen ser más fashion y porque tiene a los niños ocupados más horas, a cambio eso sí de pagar en concepto de clases extraescolares u ayudas a fundaciones. A mi peluquera le cobran hasta por dejar a sus hijitos, de 4 y 8 años, antes de hora para poder abrir su negocio puntualmente. Vamos, que como nos descuidemos las escuelas van a ser aparcaniños.

Otro aspecto de la LOGSE, menos conocido quizá, es la libertad de elección de los padres de centro público. Quiere decir que uno ya no va, como es el caso de los ambulatorios o los hospitales, al cole o instituto que le toca por la calle donde vive, sino al que quiere. Esto ha implicado la competencia entre institutos, hasta extremos nunca vistos como veréis más abajo. Lo de las jornadas de puertas abiertas es un ejemplo de competencia, aunque es muy divertido comprobar que los tres institutos del distrito de Barcelona donde trabajo se ponen de acuerdo para poner sus jornadas de puertas abiertas en días distintos, para no hacerse la competencia.

Alguien se puede preguntar que más nos da a los profesores y maestros funcionarios tener más o menos niños si igualmente vamos a trabajar. Pues sí que nos da, porque para nosotros lo de la movilidad laboral ya existe desde hace bastante tiempo, y si no tenemos clientela nos envían a trabajar a otro sitio, nos guste o no. Dependiendo de nuestra antigüedad y puntuación este sitio puede llegar a ser lejos.

En el pueblo donde vivo hay dos institutos. Uno tiene buena fama porque es el que hacía BUP y COU antaño, y el otro no tan buena reputación, porque daba el antiguo FP y, ¡oh, cielos! aun se atreve a dar módulos profesionales para los currantes. Pues bien, cual sería mi sorpresa cuando el otro día voy al cine de mi pueblo y me veo un anuncio (ya sabéis... Muuuuuuuuuuuvi Reeeecord) del Instituto de mala fama. Como si fuera el restaurante chino felicidad transitoria o la fábrica de gres catalana de racholas s.a.
¿Cuál será el siguiente paso?
No quiero ni pensarlo.