miércoles, julio 07, 2004

Amiguetes

Como con todo el resto de la gente, hay alumnos que me caen bien y hay alumnos que me caen mal. El Mestre Tites que diga que esto no es cierto miente como un bellaco. Es aquello de la química entre personas, y a veces no hay razones objetivas para ello. Pero claro, de lo que se trata es de que en la relación profesional (o clientelar, más bien) que se establece entre ellos y yo no influyan las afinidades personales. No es fácil, y a veces surgen aquellos comentarios: "me tiene manía" o "es su favorit@". No son verdad en su sentido literal, pero algo tienen de cierto a veces.

Yo que soy un Mestre del siglo XXI utilizo las nuevas tecnologías para comunicarme con los alumnos. Ello incluye el Messenger, y a final de curso los borro a todos. Pero claro, no puedo evitar no hacerlo con los que me han caído bien. Ayer por la noche estuve hablando con un alumnete de hace... ¡tres años! y aun teníamos cosas por contarnos. Al mismo tiempo, David Roca, del que ya os he hablado alguna vez, me estaba ayudando con la configuración de mi nuevo móvil (suele pasar que en estas cosas ellos están más al día que uno.

Cuando las cosas ya se ponen divertidas es cuando, el curso siguiente, repito alumnos-amigos.

Lo que voy a contar ahora me pasó ya hace años, con una alumna llamada Manoli Arrabal, que era muy ordinaria pero tenía un gran corazón. Siempre nos dijimos todo a la cara, y de hecho estaba repitiendo curso en parte gracias a mí. Siempre sin malos rollos, con un lenguaje directo que me dejaba impresionado y que me inspiró simpatía conforme la iba conociendo, jamás me dijo aquello de que "la había suspendido". Reconocía sus errores y se esforzaba por ser mejor cada día. Aprendí a decirle las cosas con la sinceridad que ella misma gastaba:

- Mira Manoli, no te lo tomes a mal, pero te tengo que echar de clase. Es que no paras de hablar.

Los otros, nuevos compañeros para ella y nuevos alumnos para mí, se extarñaban de tanta delicadeza. Pero todavía había de venir la respuesta de Manoli:

-Ay Mestre, yo creo que te estás equivocando y estas siendo injusto. Pero como eres tú, no te voy a replicar y me iré.

Si esto no es amistad que baje Dios y que lo vea.