El retorno
Casi un mes sin escribir... algunos ya lo sabeis, otros os lo podeis imaginar... Agotamiento, hastío. Los finales de curso son muy estresantes. Pero sigo teniendo cosas que contar, no padezcan ustedes. Me permitireis que me espacie más hasta septiembre (hay que descansar y hay que desconectar), esto si.Quiero dar las gracias otra veza todos los que me leeis, esta vez de un modo especial a la gente nueva que me ha descubierto. Ya dije una vez lo mucho que me impresiona que lo que escribo (muchas veces, una terapia) interese y/o guste.
No me enrollo más y entro en materia.
Mañana tengo una pequeña comida familiar en casa y al ir a comprar los víveres he recordado una anécdota que pensé que publicaría por aquí. Ya conté mi estrategia de los positivos en Armas de Mestre (30 de mayo): Bien, lo que no conté es que hay alumnos que intentan reservarse ocasiones (generalmente, ejercicios fáciles y con riesgo de equivocarse cero) para conseguir el ansiado positivo. Frases típicas son:
-Mestre, este ejercicio guardamelo para corregirlo yo (¡después de haberle ayudado a hacerlo!)
-Cuando llegue el (pongase aquí un número de ejercicio), levantaré la mano y me llamarás, ¡vale?
-Me has preguntado justo el que no tenía, ¿quieres que te haga el(pongase aquí aquel número de ejercicio)?
Como os podéis imaginar, tales muestras de caradura obtenían siempre un "no" por respuesta, pero un día se me ocurrió una respuesta ingeniosa:
-Esto, no es una charcutería. Aquí no damos números
Algunos se ríen, otros se quedan pasmados de la sorpresa, pero yo consigo mi objetivo de que desistan, porque lo que no os había dicho es que además de caraduras son pesados e insisten.
El paso más allá lo di este curso, al meterme en el bolsillo todos los papelitos "Su turno" que iba recogiendo por esos hipermercados del señor. A los pesaos, les daba un numerito.
El instrumento calla-pesad@s
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