martes, octubre 05, 2004

Club de fans

Me tenéis que disculpar que no escriba tanto. El motivo básico es que lo que está pasando estos días en el instituto no es agradable, pero prefiero no contarlo de momento para no romper una de las marcas de la casa que es no hablar mal de compañeros. Quizá un día rompo ese principio, porque esa persona no es representativa para nada del resto de gente con la que trabajo y sobre todo no es en absoluto compañera.

Cambiando de registro, hay unos chistes que tengo estandarizados y que exploto al principio de curso con mis alumnos nuevos. Cada año me invento dos o tres que incorporo a mi acervo de gracietas (el año pasado me inventé, que ahora recuerde, el de la charcutería y el turnomatic).

¿Os acordáis de mi grupo favorito del año pasado? Este año se ha perdido porque han hecho cambios en los grupos, pero los personajes siguen ahí, e incluso a algunos de ellos los sigo teniendo como alumnos. Por ejemplo, a Jordi del Val, que siempre introducía contenidos sexuales es sus diálogos preparados de la clase de inglés. Ahora le doy clase de castellano y ha aumentado la temperatura de sus redacciones ya que tiene mucho más vocabulario del que yo me podía imaginar.

Sinceramente, lo que más me gusta de los ex-alumnos es que me vengan a saludar cuando ya no soy su profe. Una muestra de afecto que por gratuita se revela auténtica. Los últimos en hacerlo han sido unos alumnos que estaban en los USA (de intercambio, los americanos vendrán en febrero) y que han venido ha saludarme hoy en plena clase de otra asignatura. Yo tengo la costumbre de empezar superpuntual y acabar también a mi hora, así que si llaman a la puerta educadamente y es para hacerme parabienes, ¿cómo no voy a interrumpir mi clase para atenderles? Rápido, eso sí, y sin salir del aula para no crearme problemas. Cuando se van, mis alumnos nuevos me preguntan quienes son esos y porque les he dejado entrar. Yo les contesto que tengo un club de fans al cual ellos algún día pertenecerán. Sólo les falta conocerme un poco más.