jueves, diciembre 02, 2004

Diversidad cultural

No suelo hablar de grupos étnicos por aquí. No me gusta que se me pueda llamar racista o cosas por el estilo. Quien me conoce sabe que no lo soy, pero por aquí te puede leer todo el mundo y ya se sabe...

Pero la gente cuando viene a nuestro país exporta sus costumbres, que por suerte o por desgracia (yo creo que más bien por desgracia, prefiero la diversidad) se van diluyendo a medida que llevan un tiempo. Los alumnos no son una excepción.

Como parece lógico los que se integran mejor son los sudamericanos. Ya saben una de nuestras dos lenguas al llegar y enseguida hacen amigos. Muchas costumbres son parecidas y digamos que el 60 % del camino ya lo traen hecho de casa. Estoy hablando, claro, de la escuela. No existe (creo) ninguna otra institución más igualitaria, más integradora, al menos entre las que se encuentra la gente que viene a trabajar aquí. Hoy explico anécdotas que ilustran el 40 % que queda de camino por recorrer.

Epilady Gonsales coqueteaba con todo el mundo. Venía más pintada de lo que se esperaba para una niña de su edad (14) y estaba siempre en las nubes: los estudios le importaban un carajo. Yo comprendí la razón de todo esto cuando cumplió los 15: en su país las niñas hacen una fiesta de puesta de largo a esa edad, y ella quiso hacerlo aquí con la comunidad local. Ello incluía hacerse unas fotos, fotos que trajo para enseñar a sus compañeras del instituto. Eran un híbrido de portada de novela de Danielle Steel y book para el casting de Cristal. Al ver dichas fotos até cabos: ¡Epiladysita venía al instituto para buscar marido!

Luis Ricardo Mendez vestía como un latin king al llegar, pero se dio cuenta que las modas eran otras con bastante rapidez. Una vez me enfadé mucho con él porque hablaba mucho en clase. Ya como último aviso antes de externalizar (via tutora o Jefa de estudios) el problema, le dije bastante enfadado:
Mira Luis Ricardo: Ya no es que no te quiera oir. Es que en la medida de lo posible no te quiero ni ver.
A lo que me respondió:
Soy negro. Es fácil. Me pongo en un rincón oscuro y ya está.
Soy incapaz de reproducir las palabras textuales del muchacho pero me ganó esa vez, venció mi seriedad e hizo que asomara una sonrisa en la cara de este Mestre.
Es un seductor. Más que Latin King va para Latin Lover. Hablaré más de éste porque lo tengo de alumno este año.

Los padres de estos chicos son lo que más despacio se adaptan. Llaman licenciados a los profesores y doctora a la directora de mi instituto y son extremadamente educados en las entrevistas. Lo pasan fatal cuando sus hijos sacan malas notas y los animan a progresar (ahora mismo tengo un padre que se pone a estudiar con su hijo), de manera que también se entusiasman al ver que el trabajo da sus frutos.

Algo a su favor si los comparamos con algunos padres españoles que buscan el conchabamiento en lo que es y debe mantenerse en una relación profesional:
-Dinos tu Mestre que es lo que tenemos que hacer con Javierín, que de nosotros pasa bastante ya.