sábado, noviembre 27, 2004

Videojuegos

Debo pedir disculpas por no haber escrito durante tanto tiempo. No es perrería por mi parte, han sido conjunciones de trabajo e historias personales. Superadas éstas, espero reemprender el ritmo pronto.

¿Os acordáis de mi clase favorita del año pasado? Era aquella de los martes por la tarde. Bién, ese grupo se disolvió al mezclar los alumnos en diferentes grupos pero a algunos de ellos aún los tengo en el crédito variable de redacción de castellano. Crédito que por cierto se acaba la semana que viene, cuando tendré a otros alumnos nuevos.

Han producido unos quince escritos cada uno, procurando que se den los más diversos formatos: poesía, teatro (un sketch de una serie de televisión), narración, instrucciones, cartas de amor.. Lo hemos pasado en grande. Pero hoy os quiero comentar una actividad a la que he descubierto que se dedicaban con el ordenador (el crédito era en el aula de informática) cuando no les veía o cuando acababan antes de tiempo. Prohibidos de antemano el porno y el messenger, no podía prohibirles lo que no conocía y descubrí, horrorizado: los juegos on line megaviolentos.

Inspirados en Kill Bill, Matrix o Blade y mezclados estéticamente con Shin-chan o los Teletubbies, mis angelitos soltaban carcajadas con las mil formas de morir de animalitos que harían temblar de miedo hasta a los Rasca y Pica de los Simpson. Generalmente suelen ser aplicaciones en Flash (como ésta) y a veces ni siquiera presentan elementos jugables. Son simples historias cortas para pasar un rato. Por lo menos practican inglés...