martes, febrero 08, 2005

El día después

Hoy he pasado cerca de un instituto donde trabajé durante un sólo curso y me he acordado de una anécdota que le paso a una compañera. El Instituto recogía alumnos de dos o tres barrios diferentes, uno de ellos un poco chungo. Esta compañera mía era tutora de 2º de ESO (12-13 años) y en ese instituto los tutores se tenían que ocupar de enterarse de qué pasaba si un alumno o alumna faltaba sin que la familia hubiera avisado. Como eso era relativamente frecuente por el desdén de las familias por un lado y el personal un poco conflictivo por el otro, agradecí mucho que ese año no me tocara ser tutor...

Claro, esa mañana mi amiga tenía un problema... ¿dónde están dos niñas de trece años a las diez de la mañana si no están en su casa ni en el instituto? No en un museo, desde luego, pero tampoco era como para temer que las estuvieran reclutando para un bar de alterne a esas horas... Lo del bar de alterne era algo que no era ninguna locura, porque esas niñas tenían las tetas más desarrolladas que el cerebro y se pintaban más que La Veneno.

Mi amiga era más responsable que yo en estos temas y estaba atacada de los nervios: No tenía donde llamar y sufría como si fueran sus propias hijas. De manera que por solidaridad estuve con ella un rato y seguía las últimas noticias entre clase y clase. Hasta que las niñas se presentaron a las 13.00, casi a la hora de cerrar. ¿Dónde habían ido?

La historia tiene su origen en el mismo instituto. Dos compañeros de clase las habían convencido, el día anterior, para tener relaciones sexuales, bajo amenaza de quitarles el móvil. En vez de denunciarlo, ellas accedieron. Arrepentidas y asustadas, al día siguiente acudieron a un centro de planificación familiar para que les dieran la pastilla del día después. También les dieron un cursillo intensivo de sexo más seguro y de educación sexual en general (de ahí la tardanza de toda la mañana).

Mi amiga y yo llegamos a la conclusión de que las nenas habían invertido bien la mañana y mi compañera como tutora les propuso no decir nada a sus padres a cambio de denunciar a los infractores.

Por cierto, los "hechos" tuvieron lugar en el vestuario del gimnasio del instituto: ¡para que luego haya gente que se escandaliza de que se pongan máquinas de preservativos!