sábado, enero 22, 2005

Creença

Joāo es uno de mis alumnos favoritos de este año aunque él no lo sabe. Tiene doce años (parece menos porque tuvo una enfermedad de más pequeño, en Brasil, de la que casi se muere) y se mueve más que los precios.

El año pasado llegó a Barcelona y lloraba por los pasillos de auténtica rabia por no poder hablar bien ni el catalán ni el castellano, y es que otra característica que le define es que es muy comunicativo. Lo bueno del caso, y eso es lo que le hace simpático, es que le gusta más hablar con los profesores que con sus compañeros. ¿Lo malo? Lo hace en cualquier momento de la clase, sin importarle lo que estés diciendo.

Le doy dos asignaturas, Catalán y Alternativa a la Religión, con lo cual hay un día que le veo dos veces y le veo todos los días menos uno. Eso hace que tengamos una relación intensa y variable, según el día, aunque quizá él lo vea de un modo totalmente diferente. A veces me saca de mis casillas y le pego un grito.

La anécdota que os voy a contar es de la clase de AR. No me acuerdo que es lo que estaba yo explicando (pero no tenía nada que ver, seguro), cuando me interrumpió:

-Hey Mestre, yo vuelvo a ser creyente.
-¿Ah si? Tenía el día bueno y le deje continuar.
-Todos los domingos voy a la “creença” con mi madre y nos lo pasamos muy bien.
Mi cabeza empezó a imaginar cosas. Cuando vivía en Barcelona vivía cerca de una de esas cosas.
-Pero tienes que ir porque a tí te guste, Joāo. No porque te lo diga tu madre. Yo barría para casa, tiraba para la laicidad de mi asignatura.
-Que va, Mestre. Vamos porque nos lo dijo mi primo. Ahí nos dan de comer, cantamos y lo pasamos muy bien.

O sea que les dan de comer, y de paso les comen el coco.

-¿Sois todos del Brasil?
-Sí, más o menos. Pero también hay de otros países: Venezuela, Colombia...

Confirmado. Les dan de comer para comerles el coco.

Quizá en el próximo cuatrimestre y aprovechando el cambio de crédito debo reorientar la asignatura: “AR- 2: El peligro de las sectas”. ¿Qué pensáis?