miércoles, febrero 25, 2004

Cabreo

Hoy me vais a permitir que me desahogue un poco. Llevo una semana bastante movida. El principio de la UOC, tal y como os conté y, ¡ayer salió el primer resultado del concurso de traslados!

En el caso de educación el concurso de traslados es un auténtico caos y despropósito. Se alternan concursos autonómicos y estatales de manera bianual, igual de caóticos. Valga mi ejemplo, que no es de los más dramáticos que conozco: Aprobé mis oposiciones en 1994. Estuve siete años en "expectativa de destino", que quiere decir que te dan trabajo pero no en un sitio fijo. Ocupas puestos de trabajo no consolidados, que llaman ellos, y vas cambiado de sitio en sitio cada año. A veces tienes la suerte de repetir dos años consecutivos en el mismo instituto. . En inglés no tardan mucho en darte plaza, porque tengo compañeras de historia que llevan diez o doce años.
Finalmente me dieron una plaza en la bonita localidad gerundense de Sant Feliú de Guíxols, a hora y cuarto y 6.69 € de peaje de mi casa (ida). Ni siquiera la posibilidad de hacerme amigo de Tita Cervera me compensaba.

Entonces pasé a mi actual estado funcionaril, que se llama "comisión de servicios". Quiere decir que tengo plaza en un sitio pero trabajo en otro con un permiso especial, que también se renueva cada año. Esto hay que justificarlo más, porque ellos ya tardaron siete años en darte una plaza y después de trabajar tanto no van cambiarte tan fácilmente con lo que les ha costado encontrate un sitio. Que desagradecido soy, podría pasar todo el año en un pueblo de vacaciones y no me quiero ir.

Hasta ahora lo he conseguido.

Entre tanto, cada año concurso de traslados. Es un proceso que empieza en noviembre y termina en mayo, con una resolución provisional en medio que es la que salió ayer. Me ha salido una plaza no deseada, como si fuera un correo de internet sugiriéndome mejorar el tamaño de cierta parte de mi anatomía, y he tenido que renunciar, claro. Lo que implica que mi concurso de este año no ha valido. (Los años anteriores me habían denegado plaza, y este año me han dado una que no quería, con lo cual ya podéis ver que se cubren de gloria).

En verano tendré que pedir otra comisión de servicio.

Me lo decía una amiga el fin de semana en una fiesta: Lo de los profesores es una exageración. Conozco médicos, controladores aéreos, otros funcionarios, pero en Educación, nadie está donde quiere y casi nadie está donde debería estar.
La estabilidad de las plantillas sería un buen ingrediente para la calidad de la enseñanza pública, ¿no?