sábado, abril 03, 2004

Noches de sexo y pasión

Bueno, bueno, bueno! ya estoy de vuelta y descanasado. Tengo anécdotas para todos los gustos. Pero no las voy a contar todas hoy. Hoy voy a repasar lo que sucede por las noches en los viajes escolares.

Si hay algo realmente enojoso, después de un día largo de excursiones, visitas y escaladas arriba y abajo es llegar a la cama y no poder descansar. Ese es el verdadero interés que tenemos los profesores en que los niños duerman por las noches: Poder dormir nosotros. Si además el lugar donde se duerme es compartido pasas la vergüenza de que no dejan dormir a los otros habitantes del lugar. Si encima hay que confiscar alcohol, tabacos y otras drogas y meterles un sermón, entonces es que al día siguiente estás para el arrastre. Y ellos también.

Sin embargo ellos esperan la noche. Hablar de sus cosas, sortear los impedimentos para mezclarse los géneros, hacer ruido... Todo esto me ha pasado en Mallorca.

Hemos tenido que vigilar, pero con la ventaja de que en el albergue las habitaciones estaban separadas por tabiques que no llegaban hasta el techo y se identificaba fácilmente a los culpables de no dormir. Esto si, vaya concierto de pedos y ronquidos que tenía que soportar hasta que dormía.

1999: Una de las empresas que comentaba que se dedicaban a los créditos de síntesis encontró la solución a este tema. Me pareció tan genial que lo pondría por ley: el segurata nocturno de pasillos. Los profes colocábamos a los niños en sus habitaciones, y una vez dentro, de ahí no salía ni Dios. Podíamos descansar, dormir ocho horas. Si había algún incidente sabíamos que el vigilante nos iba a avisar. En ese viaje lo hubo: 2º de ESO ,niñ@s de doce años. Faltaban todas las chicas de una habitación. Por desarrollo físico, fuimos a la habitación de los muchachos con más posibilidades de ser objeto de deseo sexual de las nenitas. Entramos: ¡Qué ambiente! Las hormonas se podían cortar. Ellos, en calzoncillos y nada más. Ellas, duchandose y escondiendose detrás de las cortinas para que no las vieramos... Lo más divertido es que a esta edad unos están muy crecidos, tienen muchas necesidades de este tipo, y otros son todavía unos pequeñajos. Una de esas pequeñajas me vino a decir a la mañana siguiente:
- Mestre, ¿es verdad que has encontrado a esas en la habitación de los chicos? ¡Son unas putas!
No me acuerdo como se lo dije, pero le dije que no eran unas putas, que sólamente habían incumplido el reglamento del viaje y que algún día ella también entraría en la habitación de un chico.

Otro problema es cuando en el viaje se coincide con otro colegio u otro grupo de adolescentes. Entonces los machos del grupo se dirigen atraídos por el olor de las hembras al territorio ajeno, creando diferentes posibles repuestas:
a) El rechazo de las hembras. Esto lo pude ver con mis propios ojos en un viaje a Italia en el el 2002. Unos napolitanos se dirigieron a "mis" niñas... ¡oliéndolas! Ellas contestaron con un gruñido, porque no sabían italiano. En este viaje Mallorca 2004, unos immigrantes búlgaros muy guapos que trabajaban en una obra cercana también olieron a mis alumnitas cuando llegamos:
-¿Hola, de donde sois?
Como las muy antipáticas no decían nada yo contesté:
- De Barcelona.
-¡Barcelona! ¿De donde en Barcelona? ¿Viladecans, Gavà?
- ¡Somos de Pedralbes! Así que vete.
Yo tuve después unas palabras con los mozalbetes para disculparme.
b) Otra opción es que los machos se den cuenta de que se les esta invadiendo el territorio (son "sus" chicas) y entonces hay pelea: Hay que llegar a acuerdos con los responsables de la otra manada.
c) La tercera opción, no es una. Son muchas. Son todas las historias de amor que triunfan y de las que el profesor no se entera o se entera a posteriori, como el de una chica que conoció (para usar una palabra benevolente) a un chico distinto cada una de las cuatro noches que estuvimos en Praga en 1993, o la de los dos chicos que siempre ligaban juntos porque lo que les gustaba en realidad era hacérselo el uno con el otro y buscaban a una chica como excusa.