miércoles, abril 14, 2004

Ponerse serios

Una clase, por mucho que uno se la prepare, es siempre una improvisación, no puede tener un guión fijo. A veces piensas que lo que vas a contarles les interesará mucho... y no. Otras veces crees que está todo clarísimo y no te está entendiendo nadie. Por eso es conveniente realizar pequeños gestos de feedback para saber que la gente te sigue. Una pregunta inesperada, un chistecito, un error voluntario para que te corrijan...

Pero dónde más tiempo se pierde es metiendo broncas, haciendo que se callen, etc. En realidad creo que comprendo bastante bien que no a todo el mundo le interese lo que les explico, y que sea muy cansado escuchar rollos de la gente seis o siete horas al día, por lo que casi nunca me enfado de verdad. Sería un derroche de energía que no me puedo permitir. Pero a lo largo de los años de experiencia he desarrollado tácticas para escenificar enfados que me han servido como estrategias de supervivencia.

Una de ellas es la de los tres palitos, que simbolizan mi grado de cabreo. Un palito en la pizarra, significa que me estoy enfadando, dos que ya estoy bastante enfadado, y tres, castigo. El castigo suele consistir en hacerles copiar una cantidad de material en inglés "ligeramente" superior al lo que es razonable para el tiempo que queda de clase y su "velocidad de copia-crucero". De esta manera se estresan mucho, callan y copian, agobiados por la sensación de que no van a llegar.

Todo esto sin estresarme.

Otro tipo de tácticas son frases que ellos ya saben que sirven para decir que hay que ir con cuidado: En mi caso son:
"Me estoy enfadando por momentos"
"estoy harto de..."
"No voy a gastar más energía con vosotros. Total, esto yo ya me lo sé." Y me voy.
Esta es la más dramática de todas, a usar muy puntualmente y en sitios donde los niños son minimamente responsables y sabes que te van a venir a buscar, arrepentidos. Evidentemente hay que irse a algún sitio, y si es en dirección a jefatura de estudios, mejor.

Todavía aprendo de las tácticas y "reflexiones colectivas" de mis colegas. En general, ellos las hacen más largas que yo y creo que voy a practicar en este sentido, porque he descubierto en el último viaje a Mallorca que a los niños les agobian las broncas largas.

El otro día estaba practicando con una niña:
"Laurita, el año pasado me gustabas mucho más...."
Marquitos me interrumpió:
"¿Cómo puede ser, Mestre, si este año le han crecido las tetas?"

Hay que seguir practicando.