lunes, octubre 18, 2004

Desarmando al enemigo

Ya he explicado en algunas ocasiones lo pesados que se ponen algun@s alumn@s a la hora de reclamar nota, o de arañar décimas en algún examen. El morro llega a niveles insospechados.

Hoy me he acordado (por la anécdota que explicaré al final) de más ocasiones y respuestas que he tenido que inventarme para sobrevivir y hacerles callar. Empiezo por una coletilla que me hizo famoso hace años, en mis tiempos de principiante, cuando aún existía el COU. Los alumnos tenían básicamente dos tipos de calificaciones, las redacciones y los exámenes (gramática). Como me podía equivocar confeccionando las preguntas o contando los ítems correctos, se acostumbraron rápidamente a que en toda revisión de examen se podía sacar algo. Sin embargo much@s espabilad@s pretendían subir nota también con la revisión de la redacción, algo a lo que yo me resistía ferozmente hasta que encontré una frase que les hacía callar para siempre:
- No es negociable
La frase triunfó por todo lo alto y me lo decían siempre que venía a cuento con una sonrisa.

Hay otras situaciones más desagradables en las que el individuo o la individua va a por todas y no está dispuesto a salir de la entrevista sin una mejora de la nota. Absurdo cuando no tienen razón. Llega un momento en que se les agotan los argumentos y vuelven sobre ellos. Entonces yo aprovecho y salto a la yugular:
-¿Algo más? Es que te estás repitiendo y hay otra gente esperando. Creía que esto ya lo habías entendido antes.
Odian esa respuesta. Pero la suelto cuando se la merecen.

Una última arma, que he utilizado sólo dos veces (hoy, que hago muchas clases y me canso mucho, la segunda) es imitarlos para que se vean a sí mismos como de ridículos y patéticos son. Sé que no está del todo bien, pero sólo lo he hecho dos veces y ha sido en ocasiones que estaba agotado y/o el individuo pesado. Una vez imité el modo de hablar de una Pija-de-la muerte que me suplicaba un aprobado, delante de sus compañeros. Como quien reconoce mejor los defectos (o virtudes) es aquel que los tiene, fui muy celebrado entre sus compañer@s y se tuvo que ir con el rabo entre las piernas.

Hoy he replicado a un imitador de Will Smith (el del Príncipe de Belair, no el de ahora) que me quería convencer de que ya me había entregado todos los trabajos con una serie de gestos desmesurados. Casualmente yo llevaba ropa un poco ancha también, de modo que al cansarme de él he escondido las manos bajo las mangas y me he puesto a hacer de Eminem.