Los macarrillas de la clase
Reconozco que una de las tipologías de clase que me gustan más es aquella en la que devuelvo exámenes, hacemos revisiones de los mismos y doy notas. ¿porque me da poderío de Mestre? Quizá haya algo de eso, pero lo que me sorprende todavía, año tras año y evaluación tras evaluación, trimestre tras trimestre son los argumentos peregrinos de aquellos que creen que les debo subir nota o aprobar ¡Se superan a sí mismos!
Esto es lo que está pasado estos días y bueno, aquí estoy para contarlo. A Lolita Gómez la aprobé con un 4, 9 de media en la pasada evalución. ¿Resultado? Ahora ha sacado un 4, 2 y no la apruebo.
-He cambiado, Mestre, tienes que darme una oportunidad, sollozaba Lolita
-Claro que has cambiado. A peor. Le contesté yo que me la conozco, sin dejarme influenciar por sus lágrimas de cocodrilo
-¡No me entiendes! ¡He cambiado en la última semana pero no me ha dado tiempo a que se note en las notas!
El motivo auténtico de su cambio es que Alfred Perri ahora se restriega por los pasillos con Susan Sárampion, pero eso no se lo he dicho.
Johnny Medina y Paco Rabón esperaban más nota hoy. Pero la música tecno de sus auriculares permanentemente adosados a las orejas ha acabado por idiotizarles unos dos puntos por debajo de lo que sacaron en la otra evaluación. Yo se lo he reprochado, porque esperaba más de ellos. Paco rabón ha hablado por los dos
-¿De que te quejas Mestre? Deberías estar contento. Somos los macarrillas de la clase, los que te dan un poco de mala vida. Sin nosotros esta clase sería muy aburrida.
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