sábado, abril 16, 2005

La última noche (Mallorca 3)

Tercer día del viaje a Mallorca, patrocinado por Ginebra Larios.

EL tercer día fuimos a la fábrica de vidrio, donde las avanzadas de la clase prefirieron abordar a los operarios (preferentemente los de culo prieto según pude escuchar) para preguntarles antes que apuntar o buscar información en los didácticos paneles informativos que habían por la tienda y el museo adyacentes. Después fuimos a un parque natural, donde lo que les más les interesó fue la playa y donde unas niñas hicieron un calvo frente a un grupo de alemanes sorprendidos. Finalmente y tras comer fuimos a les Coves del Drach, que es algo así como uno de lo hitos del turismo hortera a escala global: tienen unos señores que gritan cuatro cosas en cinco idiomas diferentes (tipo:esta estalagmita se parece a la torre de Pisa, digan oh!), prohíben hacer fotos y luego las venden a la salida.

Yo sabía esto y había invitado en Barcelona a mis alumnos a tomar muchas fotos, porque no hay derecho que por el precio que se paga esté prohibido (tampoco lo justifica la conservación de las cuevas). Pero se pusieron un poco groseros con los vigilantes, que se cebaron sobretodo en el cantante del grupo punk, que tenía un aspecto muy poco mallorquín (por decirlo de alguna manera). Por fortuna todo esto lo mirábamos los profes desde la distancia y no pasé vergüenza.

Llegó la noche que había de ser la última en Mallorca. Era una noche que se había dejado para salir si se portaban bien. ¿Pero salir donde? Las discotecas son para mayores de 18 y había que volver relativamente pronto porque el día siguiente aún había que hacer visitas. El año pasado fuimos a un Karaoke, que ha entrado en la mitología del instituo porque otros mestres y yo cantamos en él, pero este año estaba reconvertido en un café latino (sic)...

Empezamos a deambular buscando posibles sitios pero los alumnos se nos iban perdiendo. “ A las doce en casa” era la consigna.

Anna Konda y Loulou Sant Cugat protagonizaron esta noche. Ambas se emborracharon (no sabemos como ni con qué bebida) en media hora. Anna quiso probar como besaba el chico equivocado, el que Loulou pretendía, y al darse cuenta de que se habían hecho daño como amigas se pusieron a llorar y todo el mundo lo comentaba. Otro chico, Pableras Superechea, sufría en silencio ya que había puesto esperanzas en beneficiarse de Anna, pero se tuvo que ir a jugar con los de la pelota. Anna lloraba por él también... ¿os habéis perdido? bienvenidos a la confusión teen.

Biel y Franklin pidieron permiso para entrar en un bar que habían visto de día con unas banderas multicolores a la entrada. El dueño les dijo: “pues claro que sí guapos” y triunfaron nada más llegar. Claro que lo que les importaba más a ellos era lo que estaban aprendiendo el uno del otro.

A las doce estuvieron todos en el albergue, pero había unas que llevaban ya un buen rato. Eran las avanzadas, que se estaban despidiendo de los chicos del piso tutelado en el fin de lo que había sido una relación intensa pero intermitente. Definitivamente Graciela debía ser la que tuvo más suerte, por la cara de felicidad que ponía y por las lagrimas que había de verter al día siguiente....