Rebeka Chonda
Hay días que parece que tengan protagonista, y hoy ha sido el día de Rebeka Chonda. He tenido dos entrevistas sobre ella: una con la psicopedagoga del centro y otra con sus padres. Evidentemente no era para hablarles de las correrías de su hija en Mallorca con los del piso tutelado. Yo solo cotilleo por aquí, y cambio nombres y detalles, añadiendo cierta pizca de sal cuando es conveniente.
Es que la niña supendió siete la primera evaluación y ocho la segunda. Yo no puedo con ella (su conversación es absurda e inconexa) y la envié a la psicopedagoga que para eso están y es su trabajo. Yo me lo paso bien también cuando ella me explica las conclusiones a la que llega sobre los alumnos, bien diferentes a veces de las mías. Muchas veces funciona, lo que es una pena es que por razones presupuestarias no puedan (podamos) pasar todos por un profesional de estos alguna vez. Pero en este caso la niña ha vuelto loca a la psicopedagoga:
Quiere ser asesora de imagen personal sólo porque es criticona con sus amigas sobre la ropa que lleva la gente (esto lo sé por propia experiencia, me ha criticado a mí). Dice que se va a suicidar si no aprueba 4º de ESO porque no soporta los fracasos, ha discontinuado varios tratamientos (algunos de ellos psiquiátricos, con pastillas) en varios sitios y su familia es más dispersa (y ausente) que los criterios de programación de telecinco.
¿Qué les iba a decir a los padres? Una dificultad más es que están separados y se discuten delante de mí. Otra es que el padre me encanta, pero la situación es muy poco erótica y tengo que disimular mi turbación. Les he dicho que se vayan preparando para una repetición de la niña, que final de curso está a la vuelta de la esquina y que le sentará bien repetir porque se suele acordar de las cosas. Lo digo porque hay padres (no era este el caso, han sido muy comprensivos) que son tan poco realistas como sus hijos y que a veces incluso vienen a reclamar a final de curso, incluso en julio cuando no hay profes y la dirección los tiene que atender sin conocer muy bien el caso. Se han ido agradeciendo mi interés (ya era la tercera vez que nos veíamos) y se ha acabado mi jornada de trabajo.
La niña, por cierto, es feliz...¿hasta cuando?
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