Calma de día, tormenta de noche (Mallorca 2)
Segundo día de visita a Mallorca, patrocinado por Barcos Azules y Ferrocarriles de Sóller.
Como bien habréis podido imaginar, los muchachos del piso tutelado estaban en la habitación de las niñas avanzadas y la manzana era el fruto de la tentación, pero la intervención de la tutora fue providencial y llegó a tiempo... esa noche.
El segundo día cogimos un autocar hasta el puerto de Sóller donde tomamos un barco que nos llevó hasta una cala y un paraje conocido como Torrent des Pareis, con unas vistas espléndidas, ideal para que Dolça Cum Baià retozara con sus amigas en plena naturaleza. No hubo mareos en el barco y a la vuelta nos montamos en el tren de Sóller, tan antiguo y tan encantador, con sus correspondientes paradas para hacer fotos. Llegamos a Palma en buena hora, sobre las seis, y pudimos dar(nos) tiempo libre a los alumnos. Las preguntas:
-¿cuánto tarda esto?
-¿Y ahora qué hacemos?
-Qué caro es todo. ¿no?
os aseguro que son agotadoras y la desconexión se hacía necesaria. Además, se estaban portando bien.
Por la noche, y dado este buen comportamiento, preferimos volverles a dejar otra vez tiempo libre, porque era mucho más pesado aguantarlos dentro del albergue que no verlos. Pero algo se cocía en el ambiente.
Biel Carmanyola estaba furioso porque el cantante de Kortijo Salva-g no le hacía ni caso. Se dedicaba a cantar nanas punkies a las niñas del grupo antes de ir a dormir, olvidando por completo la ayuda prestada en el concierto de Carnaval. Mientras meditaba todo esto en el jardín posterior del albergue, con la bahía de Palma a sus pies, apareció su compañera Ana Rexia a vomitar un poco. Pocos sabían que ella había arrojado también el pic-nic del mediodía por la borda del crucero y, con mirada baja, le pidió discreción. Al ver los ojos llorosos de Biel, entablaron una complicidad que no habían experimentado hasta entonces, ya que iban a diferente clase y no habían coincidido antes. No tuvo que pasar mucho tiempo para que Ana, que gustaba de hacer de Celestina, dejara caer que Berta Bonet le había dicho que otro alumno de nuestra particular troupe, Franklin Salvatierra, también estaba llorando en ese mismo momento por esa situación ya que a él quien le gustaba mucho era Biel.
Que Franklin entendía no es ningún secreto a la vista de su carpeta forrada a partes iguales de hombres con el torso desnudo y adhesivos de la coordinadora Gai-lesbiana , pero Biel no había reparado jamás en él por un cierto prejuicio a ser confundido con lo que no se acababa de identificar. Él era un Cumba ante todo, con muchos amigos, y al pobre de Franklin le llamaban de todo a la salida del instituto. Sin embargo, sus esperanzas perdidas con el punki le hicieron llamar a la puerta de Franklin...
Los profesores nos estábamos tomando un helado, tan ricamente, mientras nuestros niños se hacían mayores.
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