viernes, agosto 05, 2005

Moverse

Coger un autobús, u otro transporte público urbano, es una experiencia diferente según la ciudad donde uno se encuentre: En San Francisco, que es una ciudad de tamaño asequible y lo más parecido a una ciudad europea que he visto, es bastante normal tomar un bus, un tranvia, un metro o un cercanías, que tienen de todo.

Sin embargo, SF es una clara excepción. Coger un autobús en Los Angeles significa compartir al menos una parte del recorrido con prostitutas, mendigos o immigrantes sin papeles. No es que sea desagradable, pero es una experiencia. Los conductores son los amos y pueden denegar el acceso a quien arme jaleo o ayudarte, como nos pasó a nosotros, con el problema de las tarifas. ¡hasta hubo uno que nos regaló un dólar para que nos pudieramos beneficiar del pase diario!

Si andas por una de esas calles de Los Angeles que son en realidad carreteras que comunican los barrios entre si, te para la policia para preguntarte si estás bien, es que andar debe ser ya lo peor. De hecho suele haber problemas para que te den indicaciones para ir a pie a los sitios .

El rey del transporte está claro que es el coche, y la verdad es que cuando he conducido ha sido muy fácil y cómodo. Coches automáticos, gasolina barata, aparcamientos en todos los sitios y casi ninguno de los famosos atascos. Las señales de trafico no dan lugar a confusión (aunque hay que saber inglés para leerlas) y como no se puede correr, he encontrado que mi estilo de conducir se adaptaba perfectamente. Otra consecuencia de la limitación de velocidad es que apenas hay accidentes, en comparación con Europa.

Finalmente está el avión para las grandes distancias. El sistema está mas desarrollado que en España. De hecho tienen muy integrado en sus vidas lo de viajar en avión, y lo de las tarifas baratas ya hace tiempo que lo manejan. La seguridad está extremada, lógicamente, y hay que sacarse los zapatos al pasar por la máquina detectora de metales después de identificarse un sinfin de veces.