Repetir un examen
Uno de los dilemas del mestre contemporáneo de la ESO (con las evaluaciones continuas, sumativas, actitudinales y procedimentales) es qué hacer cuando un@ alumn@ te falta a un examen. Antes un examen era como una visita al médico, que no se podía faltar ni harto de vino, pero ahora entre que se hacen tantas pruebas y el desprestigio general que tiene la enseñanza, no hay examen donde no me falte alguien.
Encima, el o la sujeto no te pide disculpas ni te trae una justificación. Lo que te trae es una exigencia:
-¿Cuándo me vas a hacer el examen?
A veces incluso te piden más:
-¿Me lo haces mañana?
Esta conversación la he tenido hoy con una alumna clásica ya de este blog, la que tiene los libros en Argentina. Está claro ya definitivamente: no le fotocopio el libro y no le quiero repetir el examen, le tengo manía.
A mí me representa un problema muy gordo repetir un examen. Ya sabéis, no puede ser el mismo (se chivarían), pero tampoco puede ser distinto (sería injusto). Mis exámenes consisten de varias partes (gramática, expresión oral y escrita, recepción oral y escrita, vocabulario). Es imposible que la dificultad (concepto ya de por sí subjetivo y difícil de medir) de dos exámenes sea la misma.
Y si pongo exámenes distintos entonces me vuelvo terriblemente injusto, injusto de la muerte.
He aplicado dos soluciones. Una con mala baba y otra no. Al principio de mi carrera profesional, repetía el examen pero lo ponía unas tres veces más difícil que la primera versión, la versión que había hecho toda la clase. Lo justificaba diciendo que quien hace el examen más tarde puede estudiar más y preguntar a los otros qué ha salido. Corría el rumor enseguida de este proceder mío tan cruel y siempre se me presentaban todos, ya desde la segunda evaluación. Fin del problema. Esta era la solución radical, la de la mala baba, cuando la nota de los alumnos dependía de dos exámenes, en la época dorada del BUP y COU.
Ahora hacemos tantos controles y cuentan tantos factores en la nota que si alguien falla un examen le digo que le ponderaré su nota con una prueba menos. Tampoco les gusta, porque consideran que su derecho a hacer un examen se ve conculcado, pero me consta que la mayoría de mestres lo hacen así.
Encima, el o la sujeto no te pide disculpas ni te trae una justificación. Lo que te trae es una exigencia:
-¿Cuándo me vas a hacer el examen?
A veces incluso te piden más:
-¿Me lo haces mañana?
Esta conversación la he tenido hoy con una alumna clásica ya de este blog, la que tiene los libros en Argentina. Está claro ya definitivamente: no le fotocopio el libro y no le quiero repetir el examen, le tengo manía.
A mí me representa un problema muy gordo repetir un examen. Ya sabéis, no puede ser el mismo (se chivarían), pero tampoco puede ser distinto (sería injusto). Mis exámenes consisten de varias partes (gramática, expresión oral y escrita, recepción oral y escrita, vocabulario). Es imposible que la dificultad (concepto ya de por sí subjetivo y difícil de medir) de dos exámenes sea la misma.
Y si pongo exámenes distintos entonces me vuelvo terriblemente injusto, injusto de la muerte.
He aplicado dos soluciones. Una con mala baba y otra no. Al principio de mi carrera profesional, repetía el examen pero lo ponía unas tres veces más difícil que la primera versión, la versión que había hecho toda la clase. Lo justificaba diciendo que quien hace el examen más tarde puede estudiar más y preguntar a los otros qué ha salido. Corría el rumor enseguida de este proceder mío tan cruel y siempre se me presentaban todos, ya desde la segunda evaluación. Fin del problema. Esta era la solución radical, la de la mala baba, cuando la nota de los alumnos dependía de dos exámenes, en la época dorada del BUP y COU.
Ahora hacemos tantos controles y cuentan tantos factores en la nota que si alguien falla un examen le digo que le ponderaré su nota con una prueba menos. Tampoco les gusta, porque consideran que su derecho a hacer un examen se ve conculcado, pero me consta que la mayoría de mestres lo hacen así.
3 Comments:
Cierto, uno de los mayores problemas, y no veas cuando les das clase a adultos en un Vespertino o Nocturno, con sus problemas familiares y laborales. Yo he llegado a hacer 4 versiones de un mismo examen...
pues a mi me parece una solución muy buena. que se apañaen a sacar buena nota en el resto, no?
jejeje, tan genial como siempre Mestre.
La verdad es que es un problema gordo.
En nuestro instituto la mayoría de los profesores se lo hacen del mismo estilo. En general acaba siendo más fácil.
Por eso como estudiante, más de una vez he pensado en ponerme malo antes de los exámenes, claro, que al final nunca lo hago.
Publicar un comentario
<< Home