sábado, marzo 06, 2004

Pequeñajos

Una (otra) de las novedades que nos trajo la LOGSE a los profesores del "mágico mundo del BUP y COU" es que de golpe y porrazo nuestra clientela empezaba antes, a la tierna edad de 11 años. Los niños, preadolescentes y adolescentes cambian a marchas forzadas, con lo cual las novedad no era baladí.

En general, a los profesores no nos gusta dar clase en niveles tan bajitos porque no tenemos las herramientas pedagógicas necesarias para trabajar con niños (los maestros sí las aprenden en su carrera). Nosotros sabemos mucho de una asignatura concreta y la didáctica que hemos aprendido ha sido con cursillos o con la práctica. Eso es suficiente cuando se enseña a adolescentes (que a nivel intelectual pueden asimilarse a adultos) pero no con niños (cuya cabecita funciona de una manera diferente).

Cuando das clases a esos monstruos cuellicortos (como los llamaba Tennessee Williams en Cat on a Hot Tin Roof), te hartas de responder a preguntas tan instrascendentes y enervantes como:
-¿En lápiz o en boli?
-¿Dónde lo hago?¿Saco la libreta?
-Esto, ¿hay que hacerlo en inglés?
Mi respuesta favorita era:
-No, en serbo-croata.
Pero como os podéis imaginar siempre había alguien que no entendía de ironías y me respondía:
-¿Qué es serbo-croata?

Otra de las características de estos "preteens" es, en efecto, que esperan de uno que sea un profesor/maestro con todas las letras: serio, respetable, que nunca diga tacos, que vista aburrido y que no haga chistes. Y como os imagináis los que ya lleváis un tiempo leyendome, yo no soy así. Entonces, no entienden que eres un maestro y les cuesta mucho tomarte en serio. Un problema, vaya.

Mi personaje favorito en esa tribu, con todo, es la niña que todavía no decide sobre su propia vestimenta y su madre la viste como una Scarlett o'Hara en lo que el viento se llevó. Pero cuando abre la boca recuerda más bien a Jesus Gil. En efecto, una vez en una de las clases de principio de curso pregunté a una de esas princesitas si había hecho los deberes. Leyó sus frases y algo no me cuadraba. Leía "broter" en vez de brother pero en cambio las frases eran de una complejidad y perfección discordantes con su manera de leer. Claro, yo para no enfrentarme con ella directamente y por el principio (básico) de presunción de inocencia le dije:

-Muy bien, Elenita! ¿Cómo has hecho este ejercicio tan bien?
Un compañero que se sentaba cerca irrumpió en la conversación y dijo:
-Profe, esto está copiao del libro del año pasao. Hágame caso, que yo lo sé porque tenía el mismo libro.
La muñequita se levanto a atizar a su amigo mientras decía:
_Hijoputacabrónmaricón!.
Ya estaba armada. Tuve que castigarlos a los dos.