martes, diciembre 28, 2004

Historias para no dormir (I)

Ahora que estoy de vacaciones me ha venido a la cabeza una historia que no os había contado, de la escuela donde hacían ver que estudiaban Titi Rivesaltes y Merceditas VisionLab.

Era mi primer año como enseñante reglado, y era joven, tierno e inexperto. Tan inexperto que hice algo por lo que todavía doy gracias de haber salido ileso. Me fui de viaje de fin de curso a Ibiza. Me encanta la isla (los que me conocéis sabéis que la adoro), pero no era muy educativo, ni escolar, ni cultural ir con aquellos monstruos. Fue un sufrir constante que empezó el día antes: se me ocurrió que los padres habían pagado ya el viaje y no teníamos seguro. De hecho todos los pormenores con la agencia de viajes (como todo nuestro entorno en aquella escuela, pijísima) los había llevado una profesora aun más joven, inexperta e inconsciente que yo. “Algún tipo de seguro tendremos” pensaba yo. Llamé para indagar qué nos cubría exactamente. La voz del otro lado tenía el tono despreocupado y perdonavidas de cualquier servicio de atención telefónica de hoy en día:
- Seguro? Ay no sé...
Le faltaba decir: por seguro no me viene nada
-Si, chato, tenéis seguro. El obligatorio.
Obligatorio. Claro. El obligatorio.
-Oye guapa, ¿y que cosas cubre ese seguro?
- Pues poco rey eh? Te cubre poco. De hecho casi nada. Te cubre que si se muere alguien se le devuelve el cuerpo a la familia gratis.

Y ahora, ya tranquilo, me disponía a salir con cincuenta niños horribles, una profesora inconsciente y una conserje-bedel-secretaria-chica para todo (lo de chica es un decir). Esta última era una examante del dueño de la escuela (según decían las malas lenguas) que iba para espiarnos, sin ninguna responsabilidad y como premio del amo a vaya usted a saber qué.

Continuará...