Víctimas del Google
El crédito de redacción que tanto me gustó en el primer trimestre me está dando mucho sufrimiento. No se trata solo de haches o uves fuera de lugar. Es que no me están rindiendo.El trabajo es mío para que se inspiren. A la que me giro están jugando a cualquier cosa en internet. El profesor que mantiene el aula ya se me ha quejado de dos cosas. Una que ya sabía: la pornografía que aparece en la página de inicio (“Mestre, mira que me sale ” con cara de no haber visto nada así nunca, esperando que yo me rasgue las vestiduras) y de otra que no sabía: el robo, por puro placer de fastidiar, de bolas de ratones, una manera fácil de dejar sin uso el ordenador para la clase siguiente.
Pero lo que más me desgasta es que no me hacen nada. Hoy, he pescado un texto copiado del Google a Kevin Alberto Fernández. Nada más fácil, coges un trozo de seis palabras o siete de lo que te proponen como original, lo metes en el buscador del google y “voy a tener suerte”. Pues bien, ante la evidencia de un texto de sesenta palabras iguales que el que él me decía que había escrito, la respuesta ha sido:
-Pero mírate esto otro. Esto otro sí que lo he escrito yo.
“Esto otro” tenia dos líneas y lo copiado ocho. Le he tirado el documento word a la papelera de reciclaje y le he puesto un cero. Lo he hecho con cierta publicidad, a ver si cunde el ejemplo.
Pobre chaval, en algún sitio tenía que informarse. Eres muy injusto, Mestre.
Este abogado de los pobres era Pedro Jurado, otra joyita.
Como no era mí día los he enviado fuera de clase a todos tres minutos antes de que sonara el timbre: Más que nada para no perder los papeles.
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