jueves, septiembre 28, 2006

El pelirrojo del polígamo

John Cool O’mines vivía en el Baix Llobregat por amor. Había visitado Castelldefels en los años 70 (cuando era lo máaaas) en busca de sex and sun, y cayó enamorado a la primera de cambio de una lugareña que más tarde sería su mujer. Después de muchos años de humillaciones diversas en el mundo laboral a cargo de academiuchas de mala muerte, con la entrada de España en la Unión Europea pudo sufrir las mismas oposiciones que cualquier español y pasar a ser un profesor normal de instituto. A todo esto, de irlandés ya le quedaba poco: los genes y un ligero acento cuando hablaba castellano o catalán.

Fue inspirado por su mujer (acababan de hacer años de casados) que aquel día quiso sorprender a sus alumnos con una canción. No importaba (pensaba él) que no fuera el último grito. Una buena canción es siempre una buena canción, y lo que traía era más reciente que los Beatles:

You are the sunshine of my life
Thats why I’ll always be around,
You are the apple of my eye,
Forever youll stay in my heart

I feel like this is the beginning,
Though Ive loved you for a million years,
And if I thought our love was ending,
Id find myself drowning in my own tears.

You must have known that I was lonely,
Because you came to my rescue,
And I know that this must be heaven,
How could so much love be inside of you?

(background) love has joined us,
Love has joined us,
Lets think sweet love.

Algo no funcionaba bien durante la audición. El sector gótico-siniestro de la clase estaba a punto de cortarse las venas, mientras los comentarios de algunos alumnos le hacían perder la calma.

-¿Como va a ser alguien la manzana del ojo?

- ¡Si bebes, no conduzcas!

El consabido:

-¿Otra vez una canción de los Beatles?

Y un inesperado:

¿A qué viene ahora un villancico? ¡Aún no es Navidad!

John hizo oídos sordos, hizo de tripas corazón y pasó a recitar en voz alta los ejercicios que había preparado con la canción como excusa.

En ese momento, Mairenita (que se había pasado por clase ese día), volvió a interrumpir:

-¡Pelirrojo, habla más despacio que no se te entiende!

Aquello ya empezaba a ponerse mal

-John, my name is John.

Aquello empezaba a adquirir un tufillo Follow me que no se correspondía con un cuarto de ESO.

¿Se rendía o intentaba seguir?

De repente John fue salvado por la campana. Un exceso de cloro en el agua había convertido el agua del polígamo en no potable y el conserje de etnia catalana estaba dando la alerta por las clases. Prohibido beber agua, se cierran los lavabos para que nadie intente suicidarse. Pero la clase de John ya estaba más que fiambre.

¿Lo intentaría al día siguiente con su otro cuarto?

lunes, septiembre 25, 2006

Pepita Trashorras (y III)

Pepita entró aterrorizada en una clase de primero de la ESO. No se lo había dicho a nadie aún , pero tenía 24 años y no había entrado en un aula de instituto desde que acabó el Bachillerato.

Los monstruos cuellicortos, como los había llamado con tanto acierto Tenessee Williams, también eran nuevos en el instituto al ser de primero y a diferencia de los alumnos de otros cursos, esperaban dentro de la clase, algunos incluso con el libro abierto. Pepita estaba gratamente sorprendida.

Empezó presentándose, pero Rebeca, una niña vestida de Nancy colegiala de los setenta por su madre la interrumpió:
- ¿Que vamos a hacer con los deberes que nos puso la otra señu?

A Pepita le pareció la chivata de turno. Creyo ver miradas de odio en contra incluso detectables para ella.
-Ya os lo corregirá la otra señorita, conmigo vamos a empezar de nuevo por la lección dos.
-¿Y no vamos a acabar nunca la uno? ¡Pues vaya!
Esta vez era Efraín, un niño algo obeso, con unas gafas gruesas que no podían ocultar su cara de enfant terrible tipo Edu de aquí no hay quien viva.

-¿Qué página es?
-¿Podemos escribir en el libro?
-¿vas a querer libreta?
-¿Grande o pequeña?
-¿Vale de espiral?
-¿La vas a pedir?
-¿Ponemos el nombre?
-¿En lápiz o en boli?
-¿Puedo escribir en fucsia?
-¿Esto lleva título?¿Qué título le ponemos?

Pepita había traído un ejercicio para hacer en una fotocopia. Porque había oído que los primeros días no todo el alumnado tenía el libro, pero dudó antes de proceder a repartirlo. Finalmente lo hizo:
-¿Hay que entregarlo?
-¿Lo podemos pintar?
-¿Y ahora qué hacemos con la libreta y el libro?
-¿Lo pegamos a la libreta?
-¿Se puede pegar con pegamento?
-Yo no tengo pegamento, ¿qué hago?

Pepita contestó unas tres o cuatro veces a cada una de estas preguntas, puesto que esos niños no se escuchaban los unos a los otros, y cuando se dio cuenta sonó el timbre. Con tanta duda procedimental no le había dado tiempo a acabar la clase que tenía planeada.

-Hasta mañana, señorita, se despidió Efraín con una sonrisa que secundó Rebeca.
Y a Pepita le pareció que eso de las preguntas era un plan preconcebido, un guión supremo para no dejarla trabajar.

viernes, septiembre 22, 2006

Pepita Trashorras (II)

La comisión de convivencia estaba compuesta por cinco profesores (uno por cada día de la semana), la integradora social, el integrador socio cultural y presidida por la jefa de estudios. Pepita sustituía a la profesora de los viernes. Su trabajo consistía en notificar a los padres las amonestaciones del día y aguantar a los posibles expulsados durante las dos horas posteriores al patio, que eran tradicionalmente las más conflictivas. El trabajo de la comisión era analizar los casos reiterativos y aplicar las sanciones pertinentes de manera colegiada, para evitar abusos de poder.

Todo esto parecía muy solemne pero el talante de los profesores allí presentes quitaba gravedad al asunto. Como todo en esta vida había profesores que utilizaban el recurso de la amonestación a fondo y otros que tenían otros recursos. Faustino Fernández, un profesor de geografía, había puesto cinco partes en una semana. John Cool O’mines, un profesor de inglés, se encargaba de leer de modo dramatizado los partes que ponía Faustino:

-Estoy explicando y, sin mediar palabra, empieza a decirme cosas y provocarme para que deje mi explicación.
Los profesores de lenguas allí presentes se tiraban las manos a la cabeza: ¿Cómo se podía hablar sin mediar palabra? Quería decir seguramente que la interrupción vino sin que a la alumna se le diera pie a nada.

- En medio de mi explicación, empieza a decir que dos de sus compañeras son unas “chupapollas”, creando una expectación superior por tener más información en sus palabras que en mi explicación.

Pepita empezaba a ponerse nerviosa. ¿A que clase de instituto había llegado que las niñas de once años utilizaban ese lenguaje? ¿Cómo podía ser que los profesores se tomaran a broma dichas conductas?

- Mientras sus compañeros trabajan, empieza a referirse a determinada profesora como “la borracha”.

Había dos profesores nuevos en ese curso que no conocían ese mote y mostraron interés por saber de quien se trataba. Especialmente Lucía Morales que, temerosa de ser ella la afortunada, lo preguntó.

-Se trata de Carmeta Pujol, la pobre.
El que hablaba ahora era Miquel Perramon, el más informado de todo usualmente, por ser de los más antiguos de la casa.
-Hay que procurar que no se entere, porque a la pobre ya se lo decían hace tres años y le sentó tan mal que cogió una depresión.

La comisión de convivencia quiso dar ejemplo a principio de curso y esa niña (que era la causante de los tres partes arriba mencionados, la angelita) tuvo un castigo de dos día de suspensión del derecho de asistencia a clase, y Pepita Trashorras respiró aliviada.

Quedaban dos minutos para incorporarse a su primera clase...

miércoles, septiembre 20, 2006

Pepita Trashorras (I)

En el reino de Valencia se habían convocado oposiciones ese año y de nuevo l@s sustitut@s volvían a ser de donde eran antes: de pueblos remotos de la geografía pirenaica u occidental.

El día que se presentaban, nombramiento en mano y expectativas en el corazón, tod@s ell@s se acercaban a la jefa de estudios con ánimo de besarla. Pero ella se apartaba y tendía la mano, que ella no era amiga de nadie hasta que se creaba una amistad, y sólo besaba a sus amigos y amantes. Por otra parte, de pequeñita le habían enseñado que cuando la española besa es que besa de verdad y no quería mezclar los compromisos laborales con los personales. Que a la gente, como a los alumnos, les das la mano y te cogen el brazo. Sólo con una profesora tuvo que ponerse un pelín más grosera por la velocidad que se acercaba a su mejilla sin atender a manos tendidas ni alejamientos:
-No te beso porque voy sudada.

Los otros entendían a la primera el significado de dicho distanciamiento y no lo volvían a intentar más.

El verdadero problema de las sustituciones en el año 2006 era una medida gubernamental llamada "sexta hora" que había acabado de un plumazo, a golpe legislativo, con el paro en el sector de la enseñanza. Los sustitutos no sólo no llegaban sino que algunos incluso se iban del instituto porque les llamaban de otra escuela más cercana a su casa y les compensaba el cambio. De modo que el curso empezaba algo cojo y sin tiempo a explicar nada ni dar la bienvenida a la gente nueva.

Y ahí entra Pepita Trashorras, que bajó directamente del Pont de Suert al Baix LLobregat en el tiempo record de tres horas y quince minutos para cubrir una sustitución que le habían dicho que era al menos de tres meses.

Pepita aterrizó directamente en una comisión de convivencia antes de ver a ningun alumno...

viernes, septiembre 15, 2006

Escolarización obligatoria

-Uy, nena, ¿te pasa algo? Te veo muy desmejorá.
-Pues yo a tí también.. te veo fatal. Además este chico me ha dicho que de desmejorada nada, que me ve estupenda.

El conserje neng guiñó el ojo a la jefa de estudios mientras pasaba por ahí. Para nada le había dicho eso.

La jefa de estudios hablaba con la madre de Mairenita Gómez Cortés, una niña a la que se había trasladado de centro (no se podía utilizar la palabra expulsión, era un anatema) por absentista y camorrera. Pero como el angelito tenía sólo 14 años, el ayuntamiento le había buscado otro centro. Un centro que estaba a unas ocho calles de distancia del polígamo, lo cual en casa de Mairenita sentó muy mal, ya que le separaba de sus primos y era visto como una discriminación.

- Ya te dije yo que el ayuntamiento me iba a dar la razón. La niña
me se desmaya por las mañanas si anda mucho, y no podemos llevarla tan lejos.
-Pues a ver si es verdad, y aprovecha, que el año pasado tuvo un 65% de faltas de asistencia, y sí venía a veces a media mañana era porque llamábamos desde el instituto.

La jefa de estudios se había preparado el momento: El informe de asistencia informatizado de Mairenita, bajo la mesa hasta ese momento, apareció ante las narices de su madre.

-Eso qué é lo que é?
La mamá de Mairenita tenía por costumbre no amilanarse ante un documento oficial, o que pareciera oficial.
-El documento que lo prueba. Confeccionado a partir de los registros de los profesores.
-Mira paya, eso é tu palabra contra la mía!

miércoles, septiembre 13, 2006

opciones de vuelta al cole

La mamá de Isra apenas podía disimular su felicidad. Su niño ya no iba a vaguear más (en casa, claro) y lo iba a tener colocadito de 9 a 5 siempre que esas insoportables tutoras o psicopelagogas o lo que fueran no la llamasen para quejarse del comportamiento de su neng.
- De que quieres, el bocata, de chopped o de Nocilla?
- Es de Nocilla-nocilla o o nocilla del Merka-chona?
- Del Merka-chona.
- Entonces, de choppe.

A esa misma hora de acercaba al polígamo Exorcista Padre Juan la nueva jefa de estudios, que de tanto hacer horarios y ver profesores ya casi se le había olvidado que tenía que dar clases. Como llegó antes, entró en la granja-cafetería Berlín-Estambul para desayunar algo.
- Tú cómo querer croissant, con cuernos o sin cuernos?
- Con cuernos, por favor. Y el café con leche con la leche descremada.

Transcurrió la primera parte de la mañana, y a la jefa de estudios le había entrado descomposición, seguramente por la leche descremada (los cuernos ya los había probado antes), mientras Isra se afañaba a conseguir que le prestaran un eubro para la maquina de bebidas de la sala de profesores. Su madre se había ¿olvidado? de darle dinero.

El encuentro de Isra con la jefa de Estudios se produjo en la sala de profesores.
-Señu, me compras un zumo?
Isra había crecido, no sólo en centímetros, en los meses del verano. O quizá era la ropa que llevaba, todavía de playa, que hacía asomar su cuerpo insolentemente efébico a la luz de media mañana. La jefa de estudios se sintió un poco más indispuesta y no se acordaba de qué le había dicho Isra.
-Venga señu, que te doy el dinero.
-Ah! Sí...
Otra vez había dos opciones:
-Tropical o Mediterráneo?
-Lo que tu quieras señu. Lo que tu quieras.

martes, septiembre 12, 2006

A petición del público.

Me siento un poco folklórica al decir esto, pero sois tantos los que me habéis pedido volver que haré un esfuerzo.

No prometo continuidad ni el mismo estilo de hace unos meses, pero haré lo que pueda.

Hasta ahora.

Gracias a todos.